Al este de Bogotá, y al sureste del departamento de Cundinamarca, se ubica el Páramo Cruz Verde, que hace parte del mismo sistema que el Páramo de Sumapaz. Con una altura entre los 3.300 y 3.700 metros sobre el nivel del mar el Páramo Cruz Verde abarca territorios del Distrito Capital y otros municipios como Ubaque, Chipaque, Choachí y La Calera.
Al igual que el resto de páramos del país, su gran componente es el agua, que en este caso nace del río Fucha, que atraviesa, abastece y baña el municipio de Ubaque.
Su característica especial es la presencia de rocas sedimentarias del cretáceo y el terciario, que, a pesar de estar dentro de zona ecológica protegida, ha sido objeto de extracción durante los años gracias a su utilidad para la elaboración de elementos de construcción.
Esta extracción ha hecho que el terreno sufra alteraciones morfológicas, pidiendo a gritos que se respete, se conserve y se proteja el territorio.
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Llegar al Páramo Cruz Verde es muy sencillo: siguiendo la Avenida Circunvalar hasta girar por la Calle 10 que va hacia el municipio de Choachí es una de las opciones: en cuarenta minutos de recorrido en la carretera comienzan a verse múltiples frailejones que marcan la llegada al Parque Ecológico Matarredonda; el lugar en el que comienza la caminata al páramo Cruz Verde.
Haciendo uso del transporte público, llegar al páramo es posible abordando el bus 4-16 El Verjón del SITP.
Una segunda opción son los buses de Transoriente y Cootransfómeque, que múltiples viajeros esperan todos los días en la Calle 6 con Avenida Caracas para llegar al Parque Ecológico Matarredonda, cuyo sendero se encuentra en el antiguo camino real a Ubaque.
Una vez allí, sin importar cómo hayan llegado, Matarredonda se atraviesa por un sendero de piedra construido en la colonia. La neblina muchas veces es inevitable, y anuncia que el clima del páramo exige ropa abrigada, impermeable, zapatos cómodos con buen agarre y la disposición de realizar una caminata exigente.
Unos cuatro kilómetros más adelante, la Laguna Teusacá aparece a la vista: es el elemento pacificador del recorrido y el que le da el nacimiento al río Fucha, que atraviesa la ciudad de Bogotá de oriente a occidente.
En el caso del Páramo Cruz Verde, una de sus principales características es la economía, pues estando en la ciudad de Bogotá su acceso es fácil, cercano y económico.
Entre sus aspectos a destacar se encuentra la lucha por hacer que los protagonistas sean el ambiente y el desarrollo sostenible, pues la presencia de sus lagunas brindan al turista no solamente la oportunidad de disfrutar, sino de ser conscientes de la importancia de cuidar el agua que allí nace y que abastece ríos y poblaciones.
Los páramos funcionan como acueductos naturales: son los encargados de abastecer de agua a muchísimos territorios y por lo mismo muchas poblaciones dependen de ellos para sobrevivir.
Las precauciones a la hora de visitar cualquier páramo siempre son las mismas y van de la mano de la protección, la conservación y la preservación.
Disfrutar la vista es posible mientras cada visitante vigila sus propios pasos y evita pararse sobre algún frailejón, pues crecen pocos centímetros al año y matarlos es desestabilizar el ciclo natural que limpia el agua.
El clima del Páramo Cruz Verde es frío. Con temperaturas que van desde los cuatro a los 17 grados, la altura del Páramo de Cruz Verde está entre los 3.300 y 3.700 metros sobre el nivel del mar.
Entre las actividades disponibles para los visitantes se encuentra un recorrido a pie que puede variar según el clima y el territorio y que exige paciencia, pues, aunque se haga a una velocidad constante, tendrá paradas obligatorias, tanto para reponer fuerzas como para disfrutar de la vista.
Quienes visiten el Páramo Cruz Verde deben saber que, a parte de vestir ropa cómoda e impermeable, y contar con la compañía de un guía, la hidratación constante es fundamental y un kit de primeros auxilios nunca está de más.
No son solamente los frailejones y los helechos son los que habitan el páramo: las lagunas y los humedales son elementos fundamentales en el desarrollo del ecosistema.
Es precisamente gracias a estas fuentes de agua que otros organismos pueden sobrevivir dentro del páramo.
Estos son algunos de los animales que comparten hábitat:
Verlo es difícil, pero dependiendo del clima, se dejan ver ante los ojos curiosos de quien camine el páramo, al igual que las 208 especies de aves, lo cual es mucho más probable.
Muchas de esas especies, que también dependen de la producción del agua del páramo se encuentran en peligro de extinción, lo que aumenta en mayor medida las precauciones y el cuidado de la zona.
Científicos y autoridades nacionales trabajan por la preservación de este parque ecológico que es ahora zona protegida. La presencia y alteración por parte de la mano humana no es su única preocupación.
El calentamiento global inevitable y agresivo, es una gran amenaza para todos los páramos del país. Por lo mismo, mientras se adelantan campañas de cuidado a habitantes y visitantes, se promueve el turismo responsable, enseñando a todo quien lo recorra que este, junto con los demás páramos colombianos, es un ecosistema rico y diverso cuya protección depende de todos.
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